En búsqueda de sí misma,
fugaba de aquella fagocítica nube de invisibilidad,
que había despolarizado las coordenadas de su existencia.
El miedo a la muerte
había solubilizado hasta su identidad,
pero ella, vagabundeando como una ignava en su infierno terrenal,
tenía la necesidad de narrar a los demás su pena negra.
Ella solo quería ser arte humano, arte orgánico,
acabando con aquella condición sonámbula,
que la ahogaba en un profundo vacío.